top of page

DEA Tips

El Chapo cayó un sábado 22 de febrero. Dos meses más tarde, a mediados de abril, recibí una llamada a la redacción del diario donde trabajaba en El Paso, Texas. Era un hombre que en cuanto se puso al teléfono soltó una oración difícil de tomar en serio: “Yo puse al Chapo Guzmán”. Así se presentó Arturo. Mi primera reacción fue desde luego de incredulidad.

 

“Pero no lo llamo para eso, lo llamo porque mi esposa está a punto de ser deportada y como yo he entregado información sensible sobre el narco en México tengo miedo que la puedan matar”, dijo Arturo al otro lado de la línea. Soltó las palabras casi despreocupado. El acento recio, seco, de la frontera. Lo cité en la redacción. Le pedí que trajera consigo todos los documentos, fotografías, información que pudiera demostrar lo que denunciaba.

 

Al día siguiente encontré en la redacción a un hombre delgado, con el rostro marcado por el acné, cabello corto, hirsuto, negro, la piel morena. Vestía zapatos negros, un pantalón Dockers azul marino y una camisa de manga corta a cuadros azul con blanco. Llevaba puestas unas gafas de pasta gruesa. En la mano derecha un maletín.

 

Arturo se sentó en una silla giratoria y yo en una igual frente a él. Mientras hablaba, pasaba su celular de mano en mano.

 

-¿Qué ha pasado con su esposa?

 

-Sigue detenida, como le dije, la quieren deportar, y si la echan pa’ México, yo me voy con todo y mis hijos y allá nos van a matar.

 

-¿Me cuenta desde el principio?

 

-Mire, es una historia larga pero voy a intentar hacerla lo más corta que pueda.

Arturo estuvo un rato en su celular y me mostró la pantalla: un mensaje de texto que decía “este es el número de Emma Coronel, ahí con ella está El Chapo”. Luego se giró para tomar su portafolio, sacó un folder manila y lo puso despacio sobre una mesita que estaba a un lado de ambos.

 

-Yo soy médico, pero ahorita estoy como informante de la DEA, yo fui el que puso al Chapo Guzmán.

 

-Es decir que usted participó en su arresto o entregó información…

 

-Yo di información, asómese a ver el mensaje del celular. Saúl, el receptor es el agente de la DEA encargado de mi caso, échele un ojo.

 

Miré el teléfono y encontré varios mensajes entre Arturo y Saúl. En ellos Saúl le pregunta a Arturo que cómo obtuvo el número telefónico entregado. Arturo le dice que le explica en persona. En el último mensaje Saúl le pide “otro” encuentro en las oficinas de la DEA “sobre la Mesa Hills”.

 

Luego de dejarme copia de sus documentos y una fotografía de su teléfono celular con el mensaje en pantalla, Arturo se despidió. Salió caminando por la puerta principal del periódico, abordó un autobús y se perdió sobre la avenida Texas.

 

Marqué el número del supervisor de la DEA en El Paso que me había proporcionado Arturo: John W. Jewett.

 

Cuando le ofrecí el nombre de Arturo y pedí confirmación de su existencia como informante, hubo alrededor de diez segundos de silencio y luego cortó la llamada.

 

En seguida marqué el número del supuesto agente Saúl. Respondió un hombre en inglés. Le dije mi nombre, que soy periodista y que me reuní con un hombre identificado como Arturo y quien asegura haber entregado a Guzmán, al Chapo. La voz al otro lado de la línea respondió de inmediato: “Si. Así es, conocemos a Arturo, es uno de nuestros colaboradores”. Luego se dio cuenta de su error y preguntó ¿Quién habla? “Luis Chaparro, periodista. Estoy intentando confirmar si efectivamente…” Saúl cortó la llamada inmediatamente.

 

Ese mismo día llamé a Dallas, Texas, con Phil Jordan, el exdirector de El Paso Intelligence Center (EPIC), uno de los centros de análisis e inteligencia más grandes de Estados Unidos. Llamé para preguntar si él tenía manera de verificar la historia de Arturo. Me pidió que viajara a verlo en persona y a la semana siguiente tomé un avión a visitarlo en sus oficinas en aquella ciudad texana. Jordan había confirmado la colaboración de Arturo en el arresto del Mayito y del Chapo Guzmán. Al día siguiente el artículo se publicó en la portada del diario con el título “Ayudó a EU en la captura de El Chapo; ahora su familia enfrenta deportación”.

 

Desde Dallas enlacé llamadas para que Arturo conociera a Jordan. No estuve en medio de la transacción, pero Jordan me puso al tanto a mi regreso a Ciudad Juárez: él iba a mover sus influencias en El Paso para intentar liberar a la esposa de Arturo. “Si la DEA quiere la liberan en 30 minutos, pero se están haciendo pendejos porque quieren más información”, me dijo el exdirector de la agencia.

 

En mayo de 2014 recibí al celular un mensaje de Arturo. “Ya liberaron a mi esposa, todo bien y muchas gracias”.

 

La historia detallada de cómo entregó al capo más buscado en el mundo me la terminó de contar Arturo por tercera vez en diciembre pasado. Nos reunimos en más de siete ocasiones, la mitad de éstas en el bar Tap en el centro de El Paso, Texas, un bar viejo, con meseras mexicanas y nachos en el menú. Las otras veces lo vi en Basset Center, un decadente centro comercial al este de la misma ciudad.

 

En la barra de búsqueda de Google, Arturo escribe “DEA Tips”. El primer resultado es el sitio en internet de la DEA para la entrega de información de manera anónima: un correo electrónico y un teléfono. Es un día a inicios de agosto de 2013 cuando Arturo escribe el correo en el que avisa de las operaciones de el Mayito, su cuñado.

 

A las pocas semanas de uno de los viajes que hizo Arturo junto al Mayito, de Chihuahua a Ciudad Juárez, uno de los hombres de su cuñado le exigió que dejara la casa. La vamos a usar como casa de seguridad, le dijo. Arturo se fue de la casa, amenazado. Se mudó a su consultorio particular, una oficina improvisada en una casa en un vecindario pobre al sur de la ciudad.

 

Pasó una semana y Arturo no tuvo respuesta, así que decidió utilizar el teléfono. Desde una caseta telefónica marcó el número de denuncias de la DEA. Respondió un hombre de voz monótona, le pidió encontrarse en el Puente Libre, en las oficinas de ICE. Le da una clave para que se identifique cuando llegue.

 

“Eso no puede ser, nosotros sabemos que no está en Juárez, es la información que tenemos”, le dijo el hombre que se identificó como Saul, un agente especial de la DEA.

 

Arturo entregó el teléfono celular, el BlackBerry con el que se comunicaba con Mayito. Informó también el tipo de camioneta que traía el Mayito, las placas y la gente con quien se movía en Ciudad Juárez. Así se ganó parte de la credibilidad de Saul.

© 2023 por Próximamente Cuenta Regresiva. Creado con Wix.com

bottom of page